La agencia de calificación Moody’s ha tomado la decisión de degradar la nota crediticia de Estados Unidos, pasando de la máxima categoría ‘Aaa’ a ‘Aa1’. Este cambio refleja las preocupaciones sobre el aumento sostenido de la deuda gubernamental y los costos de interés acumulados durante la última década. Sin embargo, la perspectiva crediticia ha sido mejorada de «negativa» a «estable».
Razones detrás de la rebaja
Moody’s señala que las continuas administraciones y el Congreso de Estados Unidos han fallado en acordar medidas efectivas para frenar los elevados déficits fiscales y el incremento de los gastos obligatorios. La agencia advierte que, si ciertas políticas permanecen sin cambios, se anticipa un deterioro fiscal significativo en los próximos años.
En el centro de estas preocupaciones se encuentra la Ley de Recortes de Impuestos y Empleo de 2017, promovida durante el primer mandato de Donald Trump. Si esta legislación es extendida, según la estimación de Moody’s, agregará aproximadamente 4 billones de dólares al déficit fiscal primario en la próxima década.
Contexto político y fiscal
El debate fiscal también se ha intensificado en el actual contexto político. Recientemente, un plan de recortes fiscales defendido por Trump ha encontrado resistencia en el Congreso.
La propuesta, que buscaba ampliar beneficios fiscales existentes e introducir nuevas exenciones, fue bloqueada por legisladores republicanos, complicando los esfuerzos de la administración para manejar el panorama fiscal.
Perspectiva futura
A pesar de la rebaja, Moody’s resalta las fortalezas estructurales de la economía estadounidense. La agencia subraya el tamaño, la resiliencia y dinamismo de su economía, así como el papel clave que desempeña el dólar como moneda de reserva global. Además, confía en la independencia de la Reserva Federal como un factor estabilizador.
Si bien Moody’s reconoce retos significativos, como la incertidumbre política y el deterioro institucional, mantiene un tono optimista respecto a la capacidad de Estados Unidos para enfrentar estos problemas en el mediano plazo.
Este movimiento de Moody’s se une a las decisiones anteriores de las otras dos agencias principales, Fitch y S&P, que ya habían retirado a Estados Unidos de la calificación crediticia más alta hace varios años, reflejando una presión creciente sobre las finanzas públicas de la mayor economía mundial.
